Opinión | No estábamos preparados para el NO.
Los colombianos en su gran mayoría estábamos esperando que el pasado 2 de octubre triunfara el sí de los acuerdos. Todos sin excepción, creíamos que refrendaríamos lo pactado en La Habana y firmado en Cartagena de Indias. Incluso los que promovían el NO, pensaban votar para dejar un precedente, ellos deseaban que el Gobierno y las FARC-EP entendieran, que toda una Nación no estaba de acuerdo con algunos de los puntos plasmados en las 297 páginas —que también en su gran mayoría, no fueron leídas—.
En nuestro país hay grandes líderes políticos y sociales. Los políticos son los que el mismo pueblo le ha dado facultades para que nos representen en las esferas nacionales, departamentales y municipales. Los líderes sociales, son todos aquellos que hacen oposición o acompañamiento, pero que no ostentan ninguna dignidad política; estos últimos fueron claves en el triunfo del NO, como nuestro amigo, paisano y defensor de las víctimas, Herbin Hoyos Medina.
Mi argumento para describirles el título de esta columna es el siguiente:
Esperábamos una fiesta y un discurso de Nobel de paz, que dijera miles de cosas que cambiarían para bien o para mal la historia de nuestro país, para las próximas décadas —pero que no pudieron decirse—.Por otro lado, las repercusiones y la no aprobación de los resultados del plebiscito por parte del ex presidente Uribe —ya que siempre dijo que el plebiscito era ilegitimo— y el resto de los actores engordando sus razones por el sí o por el no. Y no estábamos preparados, porque a todas las partes, nos costó tiempo y conciencia, masticar el sorpresivo resultado, de ahí las demoras en las intervenciones del señor Juan Manuel Santos y el mismo Álvaro Uribe Vélez. Y un punto más, la mayoría no sabemos exactamente que sigue; qué le vamos a cambiar a los acuerdos, qué van a aceptar los miembros de la guerrilla, quiénes tienen que ir a la mesa de conversación y finalmente cómo van a sacarle la verdad absoluta a los cabecillas de las FARC-EP.
En conclusión, de esta actividad democrática quedaron varios aprendizajes. En primera medida, un presidente y varios congresistas que tuvieron que bajarle a la soberbia, un grupo subversivo que dejó claro que ellos sí quieren la paz y desean continuar con los diálogos —contra todo pronóstico—, un ex presidente que reconoció que ese triunfo no es solo de él —pero que no se ha hecho entender— unas iglesias unidas predicando por el NO y demostrando que siguen quitándole votos a los gamonales políticos, unos estadistas que perdieron su estudio —aunque sabemos que ellos casi siempre fallan— y sobre todo, un pueblo que en términos de jerarquía, demostró que viene a pasos agigantados haciéndose sentir y despertando de ese coma profundo que los traía el sistema en las últimas décadas.
Por: Julián Perdomo Cabrera
@colproyectosmga