Opinión | “Llegó San Pedro con su desorden”
Todo pueblo o ciudad que se “respete” tiene su fiesta con reinado incluido, generalmente como recordatorio de un santo patrono. Colombia no es la excepción; más aun, nos hemos inventado desde la fiesta del banano, pasando por la de la panela hasta llegar a la del más feo (a). En estas fiestas hay desfiles, peleas de gallos, corralejas, corridas de toros, cabalgatas, etc. Se bebe licor y se come a más no poder los platos típicos de la región y los folkloristas manejan como justificación las palabras ancestros, costumbres, típico, tradición, cultura y todas las afines.
Neiva que no se escapa de esto, también tiene su fiesta. Es más, tiene una de las cinco más importantes o de más alta recordación en nuestro país; la de San Pedro. Compite con la Feria de Manizales, el Carnaval de Barranquilla, la Feria de las Flórez en Medellín, y la Feria de Cali. Claro todos los demás departamentos, municipios y veredas que componen la geografía nacional también tienen la suya; ¿es que somos el primer país más feliz del mundo? -con el 85 por ciento, seguido por Fiyi y Arabia Saudita con 82 %, Azerbaiyán con 81 %, Vietnam con 80 % y Argentina con 79 %; según un estudio del Barómetro Global de Felicidad y Esperanza en la Economía-. Todos los eventos que se hacen con el fin específico de distraer al pueblo (eso sí, entre más distraídos menos se dan cuenta de la realidad nacional) y llevan inmerso el tema de la cultura por sobre todas las cosas, aquella que corre por las calles del festejado pueblo.
Por supuesto hoy no me voy a referir al desfile de carrozas, desfile por el rio, desfile de reinas, ni tampoco al loco y despiadado evento de los toros o mejor, el toreo, del cual un día fui aficionado con abonado y todo; tendido de sol (por que los toros se ven es con el sol, decía un experto en tauromaquia) contrabarrera, puesto cuatro, de la plaza de Cañaveralejo en Cali, hasta que me di cuenta que la infamia de ese grotesco espectáculo, servía más como pasarela para aquellas mujeres ansiosas de mostrar su última cirugía estética. Si era la del busto, -la apuesta era ver quien tenía más bajo el escote- buscando de soslayo y con morbo ver quien estaba mejor vestida que ella; los hombres no se quedaban atrás, estos levitaban inflados por el ego que rayaba en el narcisismo a mas no poder -asistentes que en su gran mayoría no sabían ni cinco del tema-. Pero en fin, me quiero referir es a la cabalgata; no a la que se hace en Manizales, Medellín o Cali en un día concreto -en algunas ciudades ya no se hacen- ; no, quiero referenciar es a aquella que se realiza en Neiva en el marco de las fiestas del San Pedro, a parte del mal trato a que se somete al equino con la larga jornada de la cabalgata, rodando por un pavimento caliente y duro al cual no están acostumbrados estos animales, dado que su naturaleza es terreno blando como el del campo, resulta inaudito ver como esta ciudad se desbarata todos los fines de semana del mes de junio -más de lo que está por culpa de sus administraciones-.
No entiendo como permiten que un fin de semana de este festejado mes, la ciudad se vuelva un caos por cuenta de la cabalgata de la universidad tal, el otro fin de semana, que la de la alcaldía; el siguiente, con la de la gobernación, después la de la cooperativa de los desplazados y por último, la oficial de las fiestas. La verdad, esto en ninguna otra parte lo he visto, no logro comprender como -con el beneplácito de las autoridades del municipio- se permite que se voltee patas arriba la ciudad so pretexto del San Pedro. Borrachos, niños mal tratados, deshidratados, accidentes, peleas callejeras, música a todo dar en bebederos, casas y vehículos; esa es Neiva, caos total en el mes de junio.
Muy bueno sería, que un alcalde sensato regulara estas fiestas y que realmente se pudieran hacer los eventos debidamente organizados y dentro de los ocho días que dicen duran oficialmente, se puedan ver los desfiles con carrozas engalanadas y alusivas a las creencias típicas y culturales de la región, y así cada evento. Que se pueda asistir sin el riesgo que se corre al no existir una verdadera organización y planeación; que se organice pensando en minimizar los escollos que se puedan presentar cuando el otro invitado de “honor” es el licor. Que se tenga en cuenta y respete a quienes sus empleos o ingresos no dependen necesariamente de las fiestas.
Dentro de los eventos oficiales debe haber un día (un solo día) para la cabalgata, en la que prime la organización y se garantice la seguridad de espectadores y participantes, en donde el binomio jinete y equino puedan hacer una verdadera exposición; el uno con las cualidades de monta y el otro con su majestuosidad, elegancia y paso. Seguro que así se evitaría que durante todo el mes de junio Neiva se desordene a raíz de las famosas cabalgatas de San Pedro.
¡Hasta la próxima!
Por: Ricardo Alonso Puentes